Estoy indignado por la afrenta que está padeciendo en los
medios y en la calle SAR la Infanta Doña
Cristina, situándola en figura de papel de pergamino donde se pueda escribir,
quemar , romper, triturar, infamar, y constituirse en depósito de todas las “exclamaciones”
posibles del vulgo.
Estamos viviendo en un teatro callejero donde se escenifica
una tragedia o comedia donde la protagonista en exclusiva es la Infanta , a la que se puede insultar sin
más , y a la espera por parte del vulgo y medios que resuelva bajar por una rampa, sea en coche o andando, aunque si
optara por esta alternativa y trompicara en una loseta , cayendo espatarrada, desenlace que sería aprovechado
para que centenares de fotógrafos de tuno ,allí ubicados ,dispararan sus cámaras y recogieran esa instantánea ,que
podría valer una fortuna en el mundo
global.
Consecuentemente estoy en contra que SAR comparezca ante el
Juez Castro ,personaje megalómano y estrella , equiparable a otros denodados,
que ha resuelto en dejar en una situación inquietante, turbulenta e incómoda a
la Infanta , obligándola a comparecer a su presencia ,aunque podría haberlo
hecho el juez desplazándose a su domicilio, lugar de trabajo , la Caixa, o en
sitio neutral, con secretario y fiscal, al igual que hizo el juez Garzón con el
fallecido Colorado, Director General de la Policía , en su sede de Miguel Angel
5, o la requisitoria judicial que se han efectuado con numerosos políticos ,
entre ellos Esperanza Aguirre , Camps y jueces ,para más inri.
La vara de medir se podía haber equilibrado por ambas partes
, si en vez de comparecer la Infanta ante el Juez Castro , que éste hubiera
hecho un gesto por igualar el terreno de la justicia y no dejar que la calle y el vulgo se
lancen como hienas a morder la apestosa miseria que ha dejado este inoportuno y
vanidoso Juez.
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