Se
relata el evento del 23F ,
desde dentro y con rigor, haciendo una crónica de cada momento, desde las
diecisiete horas del día veintitrés de Febrero hasta las nueve de la mañana del
día siguiente, poniendo en evidencia a ciertos personajes, presentes en Palacio,
con sus actitudes, comportamientos y expresiones, singularmente las referentes
a los Ayudantes de Campo, Sabino, Marques
de Mondejar y otros de mayor o menor relevancia.
Eran
las cuatro horas y media de la tarde del
23 de Febrero de 1981, lunes. Como
siempre un coche de Zarzuela aparcó próximo
a las cercanías del chalet-residencia
del Director del Colegio de Huérfanos de la Dirección General
de Seguridad, sito en la plaza de Carabanchel bajo, nº 5, coche oficial del parque móvil, al objeto de
recoger a Antón que como todos los lunes, miércoles y viernes cumplía tareas de
refuerzo escolar y extraescolar con SAR
Don Felipe en el Palacio de la Zarzuela. Aquel
día Antón almorzó un excelente arroz con carne y chorizo en el comedor del
colegio, regado con un vino de Rioja,
acompañado de sus colegas de
Junta, entre ellos, Cesar Pérez de Tudela, celebrado alpinista y montañero e Inspector Jefe del Cuerpo Superior de Policía, con funciones de
Preceptor en el Colegio, Seoane, llegado a capitán de policía armada por ser el
oficial chusquero más limpio y ordenado desde una perspectiva estética, de esa
fuerza de seguridad, instrumentado como oficial abanderado por su buena
compostura y galanura, en tiempos de los grises, encargado del régimen interno,
Luis Martín Barroso, responsable del gabinete de orientación, pedagogo ilustre,
reeducador de menores difíciles y luego diputado por UCD, y más acá, empresario
de la construcción que creó un imperio
en Panamá, Colombia y Bolivia, y Paco Fuentes, Doctor en Filología, Inspector
Jefe de policía y secretario en funciones del colegio, luego miembro rotario
destacado y socialista de carné. La charla en el transcurso de la comida se
extendió sobre cuestiones que podrían plantear los padres de alumnos en la
reunión que se convocaría en fechas próximas, al objeto de introducir
actividades extraescolares como gimnasia deportiva, ballet, informática,
talleres de expresión, cine forum, Judo, y un listado que integraba más de
cuarenta actividades con el fin de buscar y pretender, mediante oferta de estas oportunidades, diferenciar y
matizar entre los alumnos, partiendo del criterio que la educación
personalizada consiste en formación curricular más actividades extraescolares
que son los que otorgan diferencia y calidad, y además, sellan las
personalidades.
Antón
distraería la ruta, ya conocida y
cansina, desde el Colegio de Huérfanos
al Palacio de la Zarzuela con lecturas de
problemas y ejercicios resueltos de matemáticas, física y otros saberes
curriculares, singularmente historia y
filosofía, hasta llegar a la
portería de Palacio al objeto de
trasbordar a otro vehiculo de más empaque y seguridad que sería el que regresaría a Palacio con Don
Felipe, acompañado por Antón. Nada más salir del espacio de Zarzuela y rodar
por las carreteras que aproximan al Colegio Rosales, Antón se extrañó de la
cantidad de guardias civiles presentes en las inmediaciones de la calzada,
depositados en parejas cada doscientos metros aproximadamente, y más cuando al llegar al Colegio Rosales
observó, extrañamente, la presencia, de
paisano, del Teniente de la Guardia Civil
Constantín ocupado en Palacio mediante
desempeños tildados de asuntos generales, que lo hacía a todo, y que había servido en la escolta
motorizada del Caudillo, cuando era
sargento. Constantín no estaba sólo, acompañándose, al menos de cuatro guardias civiles de Zarzuela, todos ellos vestidos de
paisano. Antón sorprendido y alarmado
por esa anormalidad, preguntó a uno de los inspectores de policía allí
presentes por Carlos Ríos Miranda, Inspector Jefe y responsable del servicio de seguridad de S.A.R.
en el transcurso de la jornada docente del
Colegio Rosales. Carlos ratificaría a Antón la presencia de Constantín
en los accesos de vehículos y personas en el Colegio, participando también su
extrañeza con expresiones - ya sabes
Anton la Guardia civil sabe
introducir su pie en la entrepuerta por
si pueden entrar y además –añadiría Carlos – les enseñan en la
Academia a dar dos
pasos hacia adelante y uno para atrás,
como si bailaran la yenka.-
A
la vuelta de Rosales, Anton observó que el número de guardias civiles se había
incrementado notablemente, y que inmediatamente detrás del coche escolta policial se había situado
un coche escoba ocupado por Constantín y sus guardias civiles. Hecho que
extrañó al jefe de escolta, Sr. Ríos
Miranda.
Con
la mosca tras la oreja Antón y Don Felipe
se dirigieron, como era habitual, al despacho de S.M. el Rey,
retirándose Antón a una pieza situada al lado del despacho de Ayudantes,
atendido por el teniente coronel Palacín, del arma de aviación, que con la
debida atención comunicó a Don Felipe que S.M. el Rey no se encontraba en el
despacho y que podría verle en el pabellón de piscinas, donde jugaba un partido
de squash con su amigo Cavero. Cumplido el recado del ayudante Don Felipe y Antón pasaron a merendar al comedor de Palacio, atendido
por Juan, camarero real que sirvió una vianda de picadillo, patatas fritas y
pisto que sabían a gloria, preparada por el bueno de Ricardo, sobresaliente
cocinero y excelente persona.
Tras
la apetitosa yantada Don Felipe y Salvador se dirigieron a su salón de estudio
y recreación, ubicado en el pabellón de piscinas, gimnasio y deportes, y que
también servía de alojamiento a personalidades e íntimos de la familia real.
Ese espacio docente y recreativo estaba separado de las piscinas por
cristaleras, adornadas sus paredes con
veintitantas cabezas de ciervos y corzos de veinte y treinta puntas, muchos de ellos
medallas de oro, la mayoría abatidos por
S.M. el Rey. La mesa de trabajo era pentagonal y de color azul clarito, con
cinco sillas correspondientes. Al lado de ese pupitre había una mesa de pin-pon
y un futbolín.
En
ese escenario S.M. el rey salió en chándal, tras jugar un partido de squash
con Rafael Cavero, expresidente de la Federación española de
atletismo, acompañado por Miguel Arias, experto esquiador y responsable de las
instalaciones de esquí en Baqueira Beret,
e Ignacio Cano conavegante en el Bribón, sobre las diecisiete horas y
cuarenta minutos, momento en el que Antón explicaba cuestiones de química
inorgánica, tarea que debería ser reforzada ante exámenes próximos en el
Colegio Rosales. S.M. besó cariñosamente
a su hijo y a Antón le saludo preguntando que tal iba con los estudios,
añadiendo –sé que de vez en cuando os
montáis unas meriendas de huevos fritos con chorizo en las inmediaciones
de Zarzuela y que tenéis un campamento
en una vaguada del riachuelo, que ni yo ni la Reina podemos invadir, por las muchas defensas
que habéis construido-
Tras
ese comentario, S.M. abandonó el salón de estudio y recreo. Antón y Don Felipe
continuaron con su ocupación hasta que una llamada telefónica, procedente de su
mujer que alterada le comunicaba, con alarma y preocupación, el asalto que se
estaba produciendo en el Congreso de los Diputados por un Guardia Civil, cuando
eran las dieciocho horas y cuarenta y dos minutos, armado con una pistola,
procediendo a secuestrar, apoyado con fuerzas de aquel Cuerpo, en calidad
de rehenes a los diputados en Cortes con
la intención de dar un golpe de Estado. Al momento Antón con la excusa de fumar
un cigarro fuera del espacio de estudio, dejó a Don Felipe, desplazándose
deprisa por pasillos y salones de palacio hasta llegar al despacho de S.M., que
vestido de capitán general del ejercito de tierra le indicó que el Príncipe se
incorporara con urgencia al seno de su
familia, sugerencia que cumplió Antón,
sin que S.A.R. advirtiera amenazas o cualquier clase de inquietud.

A
partir de ese momento Antón asistiría excepcionalmente a un teatro donde se
iban a dramatizar renglones muy serios de la historia de España. El telón de
ese escenario se abriría con una confusión
por parte de los que estaban ocupados en Zarzuela, entre ellos, la Gobernanta , Paqui, Juani, camareras de S.M la Reina ,
Juan y Paco, camareros de S.M. el rey, ayudantes de S.M. Muñoz Grandes,
teniente coronel del ejercito de tierra, Palacín y Merry tenientes coroneles de aviación, y a
lo largo de la noche el Comandante Sintes de Ingenieros así como el coronel Heredia, Colón de Carvajal, y el Marqués de Mondejar que sentado en el
despacho de Ayudantes sentía, y así fue
el parecer de Antón, que el mundo se le caía encima, abrumado y
desengañado que un colaborador suyo en
Palacio y amigo, Armada, hubiera
traicionado la confianza del Rey y se levantara
en su nombre para cambiar el
régimen de España. Sabino, que ocupaba el puesto de Secretario General
que heredó de Armada, era –según Antón- persona escurridiza, huidiza, como el
pez que no puedes atrapar con las manos, que aprovechó la ocasión de su vida
mediante la observación y comprobación de
la desazón y bruma que aplastaba el ánimo del Marqués que debía ser
quien liderara y comandara estrategias, logísticas y tácticas que se resolvieran en Zarzuela,
orientando y asesorando a la toma de decisiones que resolviera S.M. Sabino
aplastó al Marqués aquella noche con el
puñetazo de Armada, golpeándole donde más le dolía, la lealtad debida y luego quebrada
a S.M. el Rey , tras años de profesor de refuerzo compartido desde que el Rey
asistiera a las Academias militares.
En
ese escenario Antón asistiría y sería testigo de acontecimientos inéditos, entre
otros la actitud y comportamiento de ciertos
personajes que en aquella tarde-noche cobijaba la Zarzuela. Las
circunstancias o la proximidad hacia Don
Felipe hicieron posible que Antón
se instalara en un despacho cercano a S.M., e inmediato al
ocupado por los Ayudantes de Campo, espacio aquél reservado y ubicado al final del pasillo según se accede desde el
salón de entrada a Palacio y
que S.M. utilizaba en calidad de radio aficionado. Aquel despacho lo
ocupaba momentáneamente, a efectos de redacción del borrador- documental que se
pasaría en televisión por parte de S.M.,
Manuel Prado Colon de Carvajal, amigo personal del
Rey, presentado por un primo y muy amigo de S.M. en la década de los
setenta, Carlos de Borbón dos Sicilias.
En
ese despacho Antón se ocuparía en trasladar a Colón de Carvajal
las noticias que se sucedían en la radio ,destacando entre otras el hecho de que
José María García que protagonizaba una emisión de radio deportiva con
una audiencia que superaba el millón y medio de españoles , y que al tener
conocimiento del golpe a la monarquía
abandonó los reportajes deportivos del día para sumarse a la opción del
Rey y por evidente apostar por Don Juan
Carlos, frente a la asonada militar,
liderada por Armada y Milans del Bosch, destacando por otra parte los mensajes
del Presidente de la
Generalitat , el Muy Honorable Sr Puyol que animaban en la
misma línea de apoyo a la monarquía y
por último, entre las noticias sobresalientes
y pasadas a Colón de Carvajal
surgió aquella, donde se anunciaba
que sobre la una hora y cuarenta minutos de la noche del día veinticuatro de febrero que el comandante Pardo Zancada salía
apoyado con ciento trece hombres de la policía militar de la División Acorazada
Brunete, apostando por el monarca y
contra la rebelión militar , momento que
en principio llenó de entusiasmo a Colon
de Carvajal y que así trasmitió al
Marqués de Mondejar y a S.M. el Rey, contagiando al personal asistente,
situación que se frustraría a las dos horas de la madrugada de aquel día. Ese
entusiasmo de alegría y esperanza se quebró
cuando al llegar a las inmediaciones del Congreso las fuerzas de policía
militar que lideraba Zancada se sumaron a los guardias civiles que secuestraron a
los diputados y constatar, pasado un
tiempo, que aquél Comandante de Estado Mayor estaba involucrado en la trama
militar, ofreciéndose a Tejero en todo lo que concernía al golpe, tras comprobarse que en la víspera
se había desplazado a Valencia y allí informar a Milans del Bosch de su colaboración, al lado de San
Martín López, a la sazón, Jefe de Estado
Mayor de la
División Acorazada , encargado de distribuir las unidades de
aquella División para tomar los centros de interés cívico-militar ,entre ellos Prado del Rey, desde donde se
emitía el programa de televisión española en directo.

Antón
en la trágala de los Ayudantes de Campo de S.M escuchó al teniente coronel Muñoz
Grandes decir a S.M. – Sr. el Teniente Coronel Tejero es de mi
promoción en Zaragoza y hasta ahora le
he considerado amigo mío ¿quiere V.M que hable con él y dé explicaciones? -, y en un momento de
desasosiego de S.M. estando presente el Ayudante de Campo Merry, Teniente
Coronel de Aviación le dice que hable
con su tío, Pedro Merry Gordon, Capitán General de Andalucía, número dos del
Generalato español, tras el General Campano, con sede en Valladolid, a fin de
que dejara de beber whisky y alardear con uniforme tanquista, vestido de
legionario, a pesar de que sobre las veintitrés horas y cuarenta y un minutos
recibió un teletipo de S.M. en el que literalmente se le ordenaba lo que sigue ”ante la situación creada por sucesos
desarrollados en Palacio de Congresos y
para evitar cualquier confusión,
confirmo he ordenado autoridades civiles y Junta Jefes de Estado Mayor tome
todas medidas necesarias para mantener orden constitucional dentro de la
legalidad vigente. Cualquier medida de
carácter militar que en su caso hubieran de tomarse, deberá contar con la aprobación de la JUJEM. Ruego me
confirme que se retrasmiten a todas las autoridades del Ejercito.”.Y poco
después de este incidente saltara otro Ayudante de Campo de S.M., teniente
Coronel Palacín, sugiriendo a S.M –Sr. ha pensado que los Capitanes Generales
que han declarado lealtad inquebrantable a S.M
y que se han puesto a sus órdenes tienen una pistola ajena en sus sienes-
Antón
nada sabía sobre las conversaciones que mantuvo Sabino con los Generales Armada y Milans del Bosch, por la reserva y discreción conocida de aquel
personaje, que mantuvo la puerta cerrada
del despacho de S.M. mientras hablaba con aquellos golpistas, pero sí tuvo conocimiento a nivel
telefónico de la que existió entre S.M. y Milans, por lo
alterado y fuera de tono que adopto S.M, amén de la forma
que se produjo, y con el añadido
de que la puerta del despacho del Rey estaba abierta, expresándose S.M.
con exclamaciones variopintas, exabruptos y abroncamientos a Jaime Milans del Bosch,
conminándole entre otras expresiones : “a
que sacara los tanques de las calles de Valencia”; “ si deseas cambiar
el orden constitucional abandona el uniforme que has manchado y vete por los
pueblos de manera civilizada ,sin tanques , y participa tu verdad, en
democracia”; y, “deja de joderme”. En un momento, tras el
desconcierto con los militares, S.M. el Rey dijo a Antón “me siento vejado, humillado con este uniforme”, interpretando
Antón que S.M. no comulgaba con los golpistas y algunos Capitanes Generales , singularmente
los procedentes de los Ejércitos de Tierra, sin
que los hubiera de la
Armada y Aviación, y que no respondían a sus llamadas o lo
hacían con evasivas.

Mientras
tanto los servicios de seguridad de Zarzuela y singularmente de la familia
Real estuvieron en manos del Cuerpo
Nacional de Policía que en número de quince funcionarios , al mando de un inspector jefe,
rotaban durante diez días las veinticuatro
horas ,mientras otro equipo hacia funciones de información y otro de
cobertura, distribuyéndose los mismos
cinco al servicio de S.M el Rey, tres para S.M la Reina , dos para S.A.R. el
Príncipe de Asturias y dos para cada una de las Infantas, doña Elena y
Cristina. Antón tuvo conocimiento de que estos funcionarios se pusieron sin más
a disposición de la monarquía constitucional desarbolando a la Guardia Civil que prestaba
servicios en Zarzuela y ocupando los espacios de acceso a la residencia Real,
así como cocina y oficinas de planta baja, donde estaban los despachos del Jefe
de la Casa Real ,
Secretaría General y todo el equipamiento administrativo de protocolo y
relaciones institucionales. Además, supo que algunos inspectores libres de
servicio y adscritos a la Casa
de S.M. se desplazaron al Palacio de la Zarzuela y otros al Congreso de los Diputados,
donde uno de ellos, Monterroso, según Colón de Carvajal, y que comunicó a S.M., que estaba a escasos metros de Tejero, esperando órdenes, provisto del arma reglamentaria, a
los efectos que conviniera, recibiendo respuesta e instrucción inmediata de que se atuviera a las órdenes que diera
Laína, por aquel entonces nombrado por S.M. como responsable de la situación de crisis generada por el
golpe.
Antón
sobre las tres horas de la mañana observo como S.M. la Reina se afanaba
en dar ánimos a los que quedaban en Zarzuela y servir unas viandas que
había preparado el bueno de Ricardo, cocinero, cuando las cuestiones no estaban
claras, a pesar de que sobre la una y
cuarto de la madrugada se lograba emitir el mensaje del Rey y poco después
Armada abandonaba el Congreso de los Diputados, salpicado este incidente con el
apoyo de Pardo Zancada sobre las dos horas del veinticuatro de Febrero que
acudió a apoyar a Tejero con varios coches de policía militar.
Entre
las dos y las cinco y media la zozobra de los allí reunidos fue tremendamente
dramática, incrementándose, pensando
cada uno de ellos en sus familiares y en si mismos, a la espera de
acontecimientos, cargados de riesgo, de lo que sucediera en el Congreso con
Tejero, al mismo tiempo todo aquello que pudiera generar una reacción en cadena en las Fuerzas Armadas
y de Seguridad del Estado en contra de la monarquía y por evidente, apoyando a
los golpistas.
Sobre
las cinco horas y cuarenta minutos de la madrugada, Juan, uno de los camareros
de S.M. el Rey, avanzó rápidamente por el pasillo que da acceso al despacho de
Ayudantes, participando a los mismos que con ocasión de despejarse en la zona
trasera de Palacio e inmediata a las piscinas donde existía una
balconada hacia una huerta escuchó un ruido
extraño, como de tanques, que avanzaban hacia Palacio, que unido a la situación
de desánimo expresado anteriormente por los concurrentes, motivó que S.M.,
Ayudantes y escaso personal, entre ellos Antón, que aún permanecía en Palacio, se
desplazaran, con premura hacia el lugar indicado por Juan , a fin de comprobar lo expresado por este
camarero, constatando ruidos parecidos a lo anunciado por Juan, razón por la
que S.M. ordenó a uno de sus Ayudantes de Campo, a fin de que el Coronel
Sebastián Sánchez Bilbao, jefe de la unidad de helicópteros, y antiguo ayudante
de S.M., de probada lealtad a la monarquía para que despegaran unos
helicópteros y sobrevolara las inmediaciones de la Zarzuela , al objeto de
comprobar lo que se temían. A los diez o quince minutos de dar la orden se
recibió mensajes de aquella unidad, que tras sobrevuelo por los campos de
Zarzuela, constató la ausencia de los
mismos. En definitiva aquel ruido entumecedor y aplastante que oyó Juan y que
impulso a S.M. a que se comprobara
procedía de la carretera de la
Coruña , bajante hacia Madrid, con numerosos vehículos
rodantes, en hora punta.
Antón
se retiraría de Palacio sobre las nueve horas de la mañana del día veinticuatro,
dirigiendo su vehículo hacia su domicilio donde le esperaban su mujer, hijos y
amigos, entre ellos, Antonio Pascual del Riquelme y Tejera, Manuel Sainz Pardo
y Toca, Gonzalo Sánchez Cuadrillero, Luís Martín Barroso y Roland Burger, todos
ellos educadores principales en los cursos que coordinó Antón para formar y
educar a S.A.R. el Príncipe de Asturias, contándoles, a grandes rasgos, lo aquí
descrito con detalles, advirtiendo a los mismos que nada dijeran y escribieran
sobre lo que Antón dio fe que ocurrió,
indicación o sugerencia que fue cumplida fielmente por aquel equipo, y que
Antón en estas Semblanza ha fracturado, contando lo allí ocurrido en el ánimo
de desvelar la realidad histórica y no las chapuzas narradas o vistas en
diferentes medios de comunicación.
Sobre
las once horas del día veinticuatro de Febrero todos los españoles quedaron atónitos y desconcertados cuando contemplaron en la televisión la manera de despedirse los guardias civiles
de su Teniente Coronel Tejero, saludándole respetuosa y militarmente. Las
conclusiones de aquel 23 F ,
según Antón, fueron varias y de órdago a la grande, en principio, la monarquía
constitucional triunfó y se consolidó en la democracia, proclamando a S.M. el Rey
como líder de las Instituciones
del Estado, circunstancia que ni de lejos tenía, a pesar del “dedazo” de Franco. En segundo lugar acabó la
asesoría y mecenazgo de un Marqués de Mondejar, hombre bueno donde los haya,
Jefe de la Casa Real ,
sustituido por “Sabino“, individuo que
aprovechó las debilidades del Marqués y de sus
artes de seducción, en las que era muy habilidoso, y mostrarlas a S.M.
en aquellas circunstancias, donde la sutilidad, el diálogo, la negociación y la
templanza eran cualidades a tener en cuenta, y de esas aquél personaje sabía un montón tras pasar por el curricular
de la Administración del
Estado, asentado en los altos cargos y así entrenado para adoptar en
situaciones comprometidas las decisiones que convinieran y que requerían de aprendizajes complicados y
experiencias novedosas. En tercer lugar desapareció del teatro político Adolfo
Suárez, personaje que Armada puso en el punto de mira cuando éste fuera en la Casa de S.M. Secretario
General de la misma, calentándole de
continuo la cabeza a S.M. con infamias sobre el personaje y desde allí apostar por Alianza Popular de Fraga Iribarme, partido político por el que
se presentaba un hijo suyo en calidad de diputado , frente a la UCD de Suárez. En cuarto lugar
trajo consigo la mayoría absoluta del PSOE que con Felipe González, la Monarquía Constitucional , se
hacía acompañar en las tareas de Gobierno por la izquierda, inaugurando un
periodo novedoso y una etapa plena de ajustes, donde la Corona cumpliría su papel
más específico, consistente en moderar las instituciones, poderes y relación de
partidos políticos. En quinto lugar y a nivel doméstico, Antón comprobó como la guardia civil en Zarzuela y en el
seno de la Casa Real ,
en vez de retirase a sus cuarteles, triunfaba ,saliendo más Benemérita, aunque
esta etiqueta es falsa, desde el rigor histórico, llenando los espacios en la Zarzuela y en
dependencias concretas, entre otras la parte administrativa de la Secretaria General , cocina, camareros
reales, porteros, servicios de seguridad, barriendo al Cuerpo Nacional de
Policía que prestó leal servicio en las fechas que estamos reseñando, y
aceptación en la estructura orgánica de la Casa
Real , de un jefe de la Guardia Civil en la categoría
de Ayudante de Campo de S.M. y otro, en tiempos recientes, al servicio del
Principado de Asturias, y por evidente el relanzamiento de Sabino a la máxima categoría en la
Casa Real , colocándole como Jefe de la misma,
situándose en calidad de Virrey, al modo de los antiguos validos de los
Austrias, que fue quien probablemente indujo a S.M para que SAR el Príncipe de Asturias fuera a
Canadá, a efectos de ampliar estudios,
en contra del parecer de algunos Rectores de la Universidad española,
acompañado por un tegumento y achispado, de nombre Alcina, Ayudante del mismo y
que se intitulaba su Preceptor, sin títulos académicos que lo acreditara, y que
escribió un bodrio de libro donde rezaba “Felipe VI”, lleno de falsedades. Y
por último la desaparición de la mayoría
de las personas que habían servido en Zarzuela en tareas domésticas desde
siempre como las de cocinero,
camareros/ras, porteros, Gobernanta, siendo sustituidos como ha sido señalado
anteriormente por guardias civiles, y además, reseñar la evidencia de que la
incidencia de S.M. la Reina
Sofía en cuestiones domésticas y palaciegas eran de más baja
intensidad y calidad, corriendo rumores en la calle y en tertulias, alimentadas
por servidores que en otro tiempo fueron leales a la causa de los Reyes, sobre
probables desavenencias en el matrimonio, circunstancia que aprovecharía el
“listo” de Sabino para conciliar o no, cuando conviniera y existieran razones
de Estado, y en el terreno particular de Antón quedó sellado su tiempo de
Preceptor tras fracasar un proyecto de
curso presentado a S.M. donde sus objetivos pretendían poner al Príncipe de
Asturias en el aprendizaje y manejo de
los medios de comunicación social, contando con la presencia y anuencia de los mejores presentadores, realizadores de
aquellos medios, y en aquel momento, entre otros Jesús Hermida, Antonio Plaza, Martín
Ferranz, José Oneto y muchos más. La negación de este proyecto se justificó
argumentando que el año 1982, coincidía con el campeonato del mundo de futbol,
donde España era el marco de celebración y que la agenda del Principado de
Asturias estaría ocupada en los eventos que se sucedieran.
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