SOBRE LA JUVENTUD
El tiempo que viene, el nuevo
milenio, será una época repleta de incertidumbres e inseguridades. Todos
estamos situados en la edad de la crisis, donde se comprobarán mutaciones
culturales, introduciéndose un remix de comportamientos y múltiples procesos de
hibridación actitudinal, que urgirán a adaptaciones complejas, asociados éstas
a una nueva ética sin valores, donde la economía sumergida y la comunicación no
comercial, marcarán conductas y experiencias, que determinarán a la creación de
imágenes más negativas de los jóvenes, etiquetándolos ya no como consumistas y
amorales, sino como grandes mamones e hijos de la gran hermana.
El término juventud, es
una construcción moderna, que tiene su origen a partir de la primera
industrialización. En otras épocas fueron llamados púberes, efebos,
adolescentes, mozos y muchachos. Los muchachos, último concepto previo a lo que
hemos llamado juventud, fueron estudiados por la escuela de Chicago, interesada
ésta en conocer las transformaciones que la industria había producido en la
generación de las nuevas ciudades, surgiendo entonces el concepto de subculturas
juveniles, analizándose a fondo las bandas juveniles que proliferaban en
los espacios intersticiales de las ciudades industriales y megaciudades.
A mediados de los cincuenta,
del siglo XX, asociado con el rock, surge una nueva cultura juvenil conectada a
la música, que será asumida por la industria cultural, hecho, suficientemente
interesante que permitiría la emergencia de un nuevo fenómeno, hasta aquel
momento desconocida, las tribus juveniles, éstas, de otro calibre, y muy
diferentes de las bandas juveniles de delincuentes, estudiadas por aquella
escuela de Chicago. Por último, recientemente, en los setenta, del siglo XX, un
nuevo enfoque ha surgido entre los estudiosos de las culturas juveniles,
destacándose entre ellas la oposición de los jóvenes, o de ciertos jóvenes a
permanecer en la modernidad y en la racionalidad, apostando por movimientos
contraculturales.
En cualquier caso, si
hiciéramos abstracción de lo que significa ser joven, diferenciándolo del mundo
adulto, caeríamos en la cuenta de que es una resultante de varias
connotaciones, que etiquetan y significan para diferenciar. Entre esas
connotaciones destacan, sin priorizar, aparte de una edad concreta, el consumo
de una música, que les hace ser aculturizados y/o sobreculturizados; el
pandilleo, en el sentido de constituir grupos muy abiertos y flexibles, donde
sólo tienen cabida sus iguales; y la fuerza de un “Ello”, que actúa impulsado
por el principio del placer y evitar el displacer.
Una edad
singular (15 a 35 años), consumo musical, en sus diversas modalidades
(electroclash, metálico, hardcore, tecno, italo-house, blues, etc.), pandilleo
y dominancia del “Ello” dejan sobre la personalidad diferenciada del joven
algunas actitudes o posiciones muy importantes a considerar por los adultos,
entre otras: rechazo de lo que no es joven y/o no se presenta como
joven, fenómeno que explica la apetencia o ansia en poseer cosas/prendas que
vengan determinadas por una marca, y que se reflejan en pantalones, sueters,
chupas, calzados y amuletos; sordomudez, en el sentido de que escuchan
muy poco, y muy especialmente a las instancias que simbolizan a la Autoridad
(padres, profesores y poderes públicos), así como tienden a hablar menos,
sea por falta de palabra o porque lo sugerente en la comunicación sea el mimo,
la expresión corporal, el gesto y la empatía intuitiva; y muy especialmente, cierta
predisposición al aburrimiento, hecho que cada día se constata en la
realidad social.
Tal vez, lo
más puntual de un joven o de ciertos jóvenes, y nos entristece afirmar esta
hipótesis de trabajo, consiste en que están o se sitúan en una incapacidad
de sorprenderse, sea porque los estímulos (personas, cosas, ideas, etc.) no
llaman a la atención suficientemente y/o pasan sencillamente de ellos,
incrementando aquella incapacidad, que determina un momento o situación de
aburrimiento.
Una primera
conclusión de lo que venimos diciendo consiste en que ser joven, es una
etiqueta de variadas lecturas, dependiendo de la edad, profesión, clase
social, experiencias y demás factores de menor peso, por parte de quien percibe
aquélla etiqueta.
En este
orden, una de las lecturas básicas que hay que hacer sobre la juventud,
consiste en el hecho de su carácter diferencial, determinado por la
situación. A pesar de la contracultura y/o subcultura dominantes no puede
afirmarse desde el rigor las siguientes cuestiones:
-
Que los valores de la juventud inglesa, alemana, italiana y española, entre
otras, sean coincidentes.
-
Que las actitudes de aquellas juventudes respecto de marcos de referencia,
tiendan a ser idénticas o estén en las mismas cotas de un proceso.
-
Que los comportamientos inadaptados y marginales sean de la misma naturaleza.
Desde la
perspectiva del matiz citado, las últimas encuestas reflejan que la sociedad
española considera a sus jóvenes, alegres, tolerantes, solidarios, sinceros,
contestatarios, sin perjuicios, independientes e inmaduros. El 71% de los
entrevistados está en la opinión de que los jóvenes se interesan, en “pasárselo
bien”, y también en la creencia de que deberían interesarse más por el estudio
y el trabajo, a fin de prepararse para el futuro. La imagen que la sociedad
española tiene de su juventud se resume en que estos no se interesan por la
política; se guían por las modas; y que la sociedad les exige demasiado. Según
las encuestas, más del 70% de los jóvenes españoles (15-35 años) viven con sus
padres, básicamente por razones económicas. En cuanto al ocio los jóvenes
dedican la mayor parte del tiempo libre a ver televisión, oír música, y salir
con amigos. Sólo el 12% está integrado en una asociación.
De otro
lado, el Instituto de la Juventud ha publicado informes recientes donde destaca
que los jóvenes españoles se perciben inmaduros, contestatarios, tolerantes,
complicados y con la carga sentimental generalizada de que las necesidades
materiales están cubiertas por sus padres, intuyendo un futuro personal
incierto, de lo que coligen que hay que vivir al día. Desconfía, la juventud,
además, en alcanzar el bienestar personal trabajando duramente, (trabajo y
sacrificio fueron valores de sus padres), y consecuentemente no creen que valga
la pena volcarse en el trabajo o dejarse la vista en los libros, (el
braguetazo, la pareja rica, o confiar en la fortuna pueden ser soluciones
alternativas).
Se añade en
los informes la inculpación a los otros “sin caras”, sus dificultades e
impotencias. Se trata de una juventud extrapunitiva. Son muy “morales” en el
sentido de condenar conductas o negocios turbios como la droga.
Resumiendo,
la juventud española:
-
Sitúa como valores fundamentales el saber, el amor y la independencia. No
obstante, se observa que hay ribetes de particularismo y etnocentrismo, que
dibujan y determinan una cierta insolidaridad respecto de sus semejantes.
-
Manifiesta poco interés por la vida pública y menos en las actividades políticas.
Desconfían de todas las instituciones sean administrativas, políticas o
religiosas.
-
Las personas que no les gustarían tener como vecinos, entre otras: drogadictos
39%; alcohólicos 9%; con antecedentes penales 9%; inestables emocionalmente 8%;
con sida 7%; de extrema derecha 6%; sectas 3%; homosexuales 3%; y de otra raza
el 1%.
-
Se considera inferior a alemanes y norteamericanos, y superiores a portugueses,
marroquíes, rumanos y latinoamericanos, derivadas éstas por razones económicas,
culturales y educativas. Los principales motivos de orgullo de los jóvenes
españoles consisten en “el modo de ser” un 44%; cultura, historia y lengua,
29%; y la belleza del país 14%.
-
Las acciones que menos justifican son entre otras: tomar drogas, suicidarse,
aceptar sobornos, prostituirse y abortar.
Se añaden a
estas consideraciones:
-
Gran rotación laboral.
-
Muy lento el ritmo de emancipación económica, sólo el 18% de los jóvenes son
económicamente independientes; y en consecuencia, las dificultades en la
emancipación hacen propasar el retraso de la salida del hogar.
Consideradas
estas actitudes/posiciones de la juventud española, que aparece como dulce,
interesa destacar algunos comportamientos que pueden ser problemáticos de
inmediato, y que se añadirían a las que a continuación mencionaremos sobre
masificación juvenil, a saber:
-
Continuismo en el seno familiar de los jóvenes por precariedad de
trabajo, desempleo prolongado, desmotivación, ausencia de expectativas, etc...,
que alimentan el etnocentrismo y generan una posible carga de conflictos
familiares, que pueden acabar en maltrato de mayores.
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