sábado, 23 de mayo de 2009

QUIÉN MANDA EN LA POLICIA ESPAÑOLA

¿QUIÉN MANDA EN LA POLICÍA ESPAÑOLA?

En el transcurso del periodo policial que venimos analizando se suceden los Ministros del Interior Barrionuevo, Corcuera, Asunción, Belloch, que sería Biministro de Justicia e Interior y Mayor Oreja. Barrionuevo apostó por la Guardia Civil, situando al frente del Instituto a Roldán, su director, luego condenado por varios delitos y encarcelado hasta la fecha de hoy. Ese Ministro también sería condenado y encarcelado junto con el Secretario de Estado para la Seguridad, Vera Huidobro, por la guerra sucia, y todavía mantiene procesamientos por imputaciones varias. Barrionuevo, desde el análisis documental, no confió plenamente en la Policía, resistiéndose a los Sindicatos policiales, que en su mayoría eran de matiz progresistas. Corcuera, al que el tendido del siete, de la plaza de los toros de las Ventas, llamaban el “chispa”, aludiendo a su condición profesional de electricista, y luego, generalizado aquel epíteto por todos, se le recordará en la Policía como un hombre sabroso en el comer y en el beber, como buen vasco, aunque en su origen radical era nacido y criado en Burgos. Eso sí, era un maketo vasqueizado. Alguna vez le vimos y saludamos en los llanos de Revenga, Merindez de Vilviestre, Canicosa y Quintanar de la Sierra, en Burgos, presumiendo de estas tierras para después en los medios vascos certificarse como vasco, negándose como castellano viejo. Corcuera gozó en la Expo de Sevilla. Allí se alojó por mucho tiempo “su Ministerio” o “su casa” como gustaba atribuir al aludido Ministerio. Muchos de los de aquel lugar conocen de bacanales y simonías. Corcuera mantuvo al Subdirector General Operativo de la Policía, sustituyendo en la Jefatura Superior de Sevilla a su titular Mora Morandeira, un profesional serio, dignísimo y cambiado por el Sr. Morales, etiquetado en los ambientes policiales como el Chato, también muy profesional, pero no tan adornado de otras cualidades y valores. Morales y Corcuera harían buenas migas en Sevilla, con ocasión de la Expo, que por cierto estaba vigilada y controlada por el Comisario Francisco Arrebola, experto en contenidos de Seguridad Cuidadana formando triada con los dos anteriormente citados, y en el 2000 titular de la Jefatura Superior de Policía de Barcelona, luego, en Julio, Asesor policial en Lisboa. Corcuera en la Revista Policía Española, nº 50, 1989, en una entrevista a cuatro páginas mantiene las siguientes posiciones o actitudes: los objetivos prioritarios de la casa son neutralizar el narcotráfico y modernizar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad; dice preocuparle el terrorismo de ETA, Terra Lliure, Grapo, Exército Guerrilleiro do Pobo Galego; manifiesta que las reformas estructurales en el Cuerpo Nacional de Policía acabarán en el 92-93; niega que en “la casa” se haga política antisindical policial; niega, también, su apoyo hacia la Guardia Civil agraviando al Cuerpo Nacional de Policía, y no alimentar desde “su casa” la rivalidad entre Policía y Guardia Civil. Asunción, político procedente del Levante fue una esperanza para la policía por sus nuevos modos y formas, pero se truncaron pronto, al desaparecer, por fuga el Director General de la Guardia Civil, dimitiendo en el cargo, siendo sustituido en el mismo por Belloch, que incorpora como “Asesor” al Comisario Modesto, antiguo líder sindical policial, al que conocía desde los tiempos de Rosón cuando uno y otro colaboraban con éste, y además estaban vinculados por una amistad e idea progresista común. El Comisario Modesto colocaría a los suyos en la cúpula policial, saltando algunos de manera sorprendente. Belloch dejaría la Dirección General de la Policía en manos de su Secretaria de Estado para la Seguridad, Margarita Robles, que perseguiría al Subdirector Operativo Sr. Linares, hasta provocar su cese, triunfando en esa crisis el Comisario Enrique de Federico, que es nombrado Comisario General de Policía Judicial e Información, ya que esta Comisaría General, aunque tiene un titular, sólo lo es a nivel informático, pero lo operativo se integra en aquella Comisaría General, rompiendo así un esquema estructural de 75 años. Enrique de Federico, hoy en el 2000, Jefe Superior de Policía de Granada sería el hombre de confianza de Margarita Robles. Curiosamente la carrera de este Comisario no se explica sin la tutela y apoyo de D. Agustín Linares, por lo que extraña a quien escribe esta Historia que uno cayera en desgracia y otro brillara en el firmamento, siendo los dos uña y carne. En fin, ellos tendrán la palabra. Margarita Robles apostó también y de pleno en el Comisario General de Seguridad Ciudadana, Sr. Chico, creando una estructura similar a la que se constituyó en el Frente Popular en 1936, el Consejo Nacional de Seguridad, órgano paritario de vecinos, sindicatos, ONGS, etc, para orientar en las decisiones de la Administración de Seguridad. Con el Gobierno Popular, Mayor Oreja, Ministro de Interior, es el político más valorado según las encuestas del CIS, incluso por encima del Presidente del Gobierno, y que ha contado con la colaboración del inestimable Sr. Fluxá, como Secretario de Estado para la Seguridad, que ha dejado trabajar a la Policía y que no la ha fagocitado, como sus predecesores en el cargo.

En relación a militares en la policía durante la transición democrática ya es conocido y reiterado que muchos de ellos ocuparán cargos de responsabilidad en la Dirección General de la Policía. Entre ellos y por citar a los más destacados nadie olvida al Coronel Eduardo Blanco como director; Teniente Coronel Ternero, jefe de información; Dueñas Gavilán, Coronel y Director General; Comandante San Román, Director; General Castro San Martín, Director; Teniente Coronel Federico Quintero, Jefe Superior de Madrid, etc. En tiempos más recientes, desaparecidos aquellos, formados esencialmente en academias militares y realizados en el mando de unidades de tropas, aparecen con ocasión de la gran reconversión de los cuerpos policiales, en los ochenta, otros militares, con la peculiaridad de que éstos han madurado mandando unidades de Policía Armada, entre ellos el General Alcalá Galiano, Inspector General de la Policía Armada; General Saenz de Santamaría, también Inspector General de ese cuerpo policial y luego Director General de la Guardia Civil, etc. En 1987 son Comisarios del Cuerpo Nacional de Policía , transformados, entre otros el Teniente Coronel Casillas, que previo a la segunda actividad es premiado con la Jefatura Superior de Baleares; Teniente Coronel Tuesta, nombrado en la administración socialista en calidad de Comisario General de Seguridad Ciudadana; y Dilla, con rango de Subdirector General en el Ministerio del Interior, y en el 2000 Comisario Provincial de Avila. Los restantes, hasta completar un listado de setenta ocupan/han ocupado cargos de responsabilidad o gestiones técnicas en Divisiones y otras dependencias policiales. Ahora, en el 2000, el panorama de Comisarios procedentes del Ejército, formados algunos en las academias militares de Zaragoza y Toledo y otros instruidos en el centro policial del Escorial se hacen presentes, destacando entre ellos el titular de la Jefatura Superior de Policía de Sevilla A. Bertomeu Freixolí, que viene desde la titularidad de Extremadura, coautor de la fundación de las Unidades de Intervención Policial, integrante de la promoción Pablo Iglesias, en 1988; el titular de la Jefatura Superior de Bilbao, Enrique Barón que viene de mandar la Brigada de Seguridad Ciudadana de Pamplona; y por no citar más nombres se señalan funciones, tan importantes, ocupadas por éstos, a saber, segundo responsable de seguridad de la Moncloa, jefaturas de los GEOS, Jefes de Brigada de Seguridad Ciudadana en ciudades metropolitanas, jefatura del TEDAX etc. Lo común de estos Comisarios frente al resto del Comisariado, procedente de cuerpos civiles policiales, es su juventud, detectándose en el escalafón, en base a que todos ellos, pasados muy escasos años ocuparán la cabecera del mismo, motivado por ciertas ventajas de promoción a la categoría cuando eran oficiales del ejército, y cómputo de años, necesarios para acceder a la escala de dirección en la Policía. Se une a ese factor el hecho de que este grupo singular de Comisarios constituyen un grupo muy cohesionado, unido, tal vez por raíces de formación o de maduración en el ámbito de las unidades policiales uniformadas, que promueven, al parecer un espíritu de solidaridad. Además, es necesario reconocerlo, y así se ha evidenciado, son buenos profesionales en el sentido de que hacen lo que tienen que hacer, a lo que se añade un sentido muy amplio de disciplina interior, discreción y lealtad, valores siempre considerados en la Policía Española. El hecho está ahí, son policías, son Comisarios y sin más, respeto y reconocimiento a su quehacer.

El Gobierno Socialista, concretamente el Ministro del Interior Barrionuevo, en 1982 cuando constituye su equipo en la Dirección General de la Policía comete un grave error referente al nombramiento del titular de la Comisaría General de Información, otorgándola al Comisario Jesús Martínez Torres, equivocándose con otro Comisario de prestigio, coincidente en los mismos apellidos que el citado, pero de nombre Julio Emilio. No obstante, asumido el error, aquel Comisario, situado por confusión, hizo méritos suficiente, siendo reconocido en sus cometidos con numerosas condecoraciones, manteniéndole aquel Ministro por largo tiempo. Jesús Martínez Torres incorporaría a su equipo al Comisario Felices y al Inspector de Primera Gabriel Fuentes, que pasado tiempo será Comisario General de Información y en su momento apoyaría en la titularidad del puesto, con la administración popular, al Comisario Jesús de la Morena, muy bien citado y reconocido en el libro Servicios Secretos de Bardavío, Cernuda y Jáuregui.

De otro lado y antes de entrar de lleno en la analítica de quién manda en la Policía, es preciso volver a la Introducción de este libro, cuando escribíamos sobre la constitución de familias y clanes policiales, reiterando lo manifestado allí de no extendernos sobre el tema, aunque será objeto, en su momento, de publicación oportuna. No obstante, no me resisto a esbozar una somera parte de aquel trabajo, y que sistematizo desde la reflexión y observación referente a algunos de los factores que contribuyen a generar clanes o familias policiales, a saber:

- Ocupar un puesto muy relevante en la cúpula policial, manteniéndose en el puesto un tiempo suficiente para promover la constitución de los mismos.
- Alimentar desde esa tribuna posibilidades de promoción y ocupación de puestos distinguidos en la supraestructura policial, entre aquellos que ocupan cargos de dirección y responsabilidad en la Policía.
- Implementar y retener una fuente de información, muy sutil y rigurosa, a través de estructuras de personal, enseñanza e inspecciones de servicios, sobre méritos, capacidades y actitudes de aquellos que ocupan tareas de responsabilidad policial, manteniendo sobre casos individualizados un seguimiento continuo, a efectos de captación, seducción o entrega de tareas singularizadas.
- Promover estructuras circulares y próximas con profesionales muy leales y que desciendan éstas desde lo central a lo territorial, para terminar en lo más periférico.
- Convocar y reunir frecuentemente a los posibles constituidos con la excusa de seminarios, congresos, cursos, puestas a punto etc., para intercambiar, actitudes, estados de ánimo, gestos, favores, formación e información interesada.
- Reforzar mediante actos, publicaciones, viajes, reuniones extraordinarias, visitas, etc. las ventajas que se obtienen al formar parte de un grupo de pertenencia, invitando así a otros a la capacidad de subyugarse y pasar por el trance, si se pretende, a nivel profesional, conseguir objetivos, que no se pueden lograr con actuaciones de una carrera profesional normalizada.
- Favorecen entre otras circunstancias para adherirse, inscribirse o pegarse a un clan, o ser seleccionado por el responsable del mismo el haber participado en la misma promoción de ingreso en el Cuerpo o en la escala de dirección y compartir sentimientos; haberse formado en un mismo grupo operativo o brigada padeciendo/disfrutando de algunas aventuras profesionales; practicar deportes entre otros el tenis, senderismo, footing, etc. que como es conocido implementan emociones solidarias; compartir ocio o lugares de recreo y vacaciones; compaginar la discreción con la seducción, mostrando capacidad de integrarse en grupos para conseguir objetivos; mantener un talante conservador, prudente y disciplinado, que implique o proyecte lealtad, sabiéndose que las actuaciones deben ser dirigidas preferentemente hacia arriba, frente a colaterales o hacia abajo.

Desde esta perspectiva se hace evidente que algunos policías relevantes y muy profesionalizados, que han llegado por méritos a puestos directivos son necesariamente los que se constituyen como potenciales tribunos de clanes policiales, y en este orden buceando lo histórico a nadie se le escapa las siguientes figuras, entre otros Joaquín Díaz Moreno, José Sainz, Lorenzo Calatayud, Jesús Caballero, José Luis Fernández Dopico, Rafael del Rio, Agustín Linares, etc.

En el ámbito policial, en enero de 1987 se publica en la Orden General nº 242 una serie de nombramientos, entre otros el de tan citado D. Agustín Linares, Subdirector General Operativo, que reitero como uno de los profesionales que ha “visto más lejos” y demostrado ser un gran estratega en el dimensionado policial que permanecerá en el cargo hasta 1994, colaborando con tres Ministros del Interior. Muchos, por no decir la mayoría de lo que hoy, en el 2000 constituyen la Junta de Seguridad de la Dirección General de la Policía, es decir la cúpula policial, y muchos, por no decir la mayoría de los que hoy, en el 2000 son Jefes Superiores de Policía son hombres de D. Agustín Linares. En este momento se monta al carro P. Rodríguez Nicolás en calidad de Comisario General de Policía Judicial, y ya no abandona la cúpula hasta el día de la fecha, manteniéndose como Jefe de la División de Personal.

El Teniente Coronel Tuesta, transformado en Comisario del Cuerpo Nacional de Policía por la Ley Orgánica 2/86, colega de Barrionuevo y Vera en la práctica deportiva en el Ayuntamiento de Madrid cuando era concejal, es nombrado Comisario General de Seguridad Ciudadana, iniciándose la transformación de las Compañías de Reserva en las UIPS. Para adecuar la formación policial se designó al Comisario Maximiliano García Cantos, que hizo un gran equipo con Calvé, “psiquiatra” del Director General de la Policía, Rodríguez Colorado y Jefe de su Gabinete Técnico y situado en la línea del partido en el poder, al igual que Luengo Alfonso, que junto con Miguel Angel Alonso, Inspector Jefe designado por M. G. Cantos en calidad de Secretario General de la División de Formación, formaban una piña cerrada, pegándose a este último el Comisario Soleto, que también lo ha sido todo y ahora, en el 2000 es el faro del Programa 2000 que alumbra el Director General de la Policía, Sr. Cotino. A los pocos días, D. Agustín Linares propone a su primera pieza de ajedrez, a Enrique de Federico como titular de la Jefatura Superior de Policía de Barcelona. Por estas fechas el Comisario Ballesteros es rescatado después de “largo pasillo” en calidad de Director del Gabinete de Información de la Secretaría de Estado para la Seguridad.

A principios de 1988, se producen nuevos nombramientos de Jefes Superiores de Policía, destacando entre ellos M. García Linarejos en Valencia, tutelado por Agustín Linares, y al poco tiempo titular de Madrid, siendo ésta la segunda pieza de ajedrez que juega aquel Subdirector. Otro nombramiento “apoyado” es el de Baleares, Diego Téllez, sumergido por P.R. Nicolás. Aparecen otros Jefes Superiores, destacando el de Madrid, rescatándose a un gran profesional, tildado de buen gestor y hombre de buenos modales, Lorenzo Calatayud, que sustituye al apasionado A. Garrido Fernández. En el transcurso de este año se nombra al Comisario P.A. Díaz Pintado Jefe de la Brigada de Información de Madrid. En Barcelona empieza a emerger C. E. Corrales Bueno como segundo en la Jefatura Superior, constituyéndose en la tercera pieza de ajedrez que va constituyendo el Sr. Linares. En 1989, aparece la cuarta pieza de Agustín Linares, V. Cuñado nombrado Jefe Superior de Canarias, cesando a Lorenzo Calatayud en Madrid, siendo sustituido inmediatamente por García Linarejos, proponiendo éste como segundo Jefe al Comisario P. Díaz Pintado Moraleda, que será el quinto del puzzle en la estrategia diseñada por aquel Subdirector.

En 1990, Manuel Prieto Montero, Comisario, destacado profesional de la policía que ha trabajado mucho y eficientemente en Comisarías de Distrito y Brigadas es nombrado jefe del Servicio de Interpol; y en octubre del año en curso son nombrados como Jefes Superiores de Policía los que restaban como piezas maestras para dar la primera batalla en el logro de objetivos policiales planeados por la Subdirección, todos ellos “esencialmente leales” a D. Agustín, entre ellos, Jesús Espigares, en Granada, Corrales Bueno en Canarias, J.L. Morales en Sevilla y Julio Fernández Ramos en Valladolid.

En agosto de 1991 el nuevo Director General de la Policía es Carlos Conde Duque, siendo nombrado el Comisario J. Soleto Jefe del Gabinete Técnico que tendrá como Secretario General a Miguel Angel Alonso de la Fuente, incorporándose M. Reverte como titular de la Comisaría General de Policía Judicial, pasando su titular P.R. Nicolás como Jefe de la División de Formación y Perfeccionamiento. El Subdirector General Operativo, Agustín Linares continua, y al poco tiempo cierra su gran jugada nombrando a uno de sus más leales, J.B. Felices Lozano, como Jefe Superior de Bilbao, uno de los posibles Subdirectores Operativos para el cambio en 1996.

En 1994 cesa en junio el Subdirector General Operativo Agustín Linares y es nombrado para el cargo Miguel Angel Alonso de la Fuente, formando parte de su equipo operativo el tan reiterado E. De Federico en calidad de Comisario General de Policía Judicial, G. Fuentes de Información; y Seguridad Ciudadana Miguel A. Fernández Chico; permaneciendo Luis Luengo como Comisario General de Documentación. En este año cesa Carlos Conde Duque, siendo sustituido por Angel Olivares Ramírez, que constituye su cúpula policial entre otros con el Comisario Angel Mariano García Erqueta en la nueva Subdirección de Inspección y A.L. Fernández Cobos Comisario General de Policía Científica, totalmente desconocidos en el ámbito policial, al menos desde el lado documental. No obstante dos hombres de Linares se colocan en la cúpula pasado tiempo, C. Corrales será nombrado Jefe Superior de Madrid, y P. Díaz Pintado, Subdirector General del Gabinete de Evaluación y seguimiento del Gobierno para la droga; permaneciendo el resto del grupo de Linares en los ya designados.

El Gobierno popular en 1996 nombra Director General de la Policía a Juan Gabriel Cotino Ferrer que designará como Subdirector General de la Policía a P. Díaz Pintado, formando equipo Jesús Espigares, Comisario General de Policía Judicial; Méndez, Comisario General de Policía Científica, luego sustituido por C. Corrales por fallecimiento de aquél (hombre también de Linares), Santiago Cuadro (tutelado por A. Linares), Jesús de la Morena, Comisario General de Información (tutelado por P.R. Nicolás), y Manuel Prieto, Comisario General de Extranjería y Documentación, equipo operativo que se mantiene a mediados del 2000. Es evidente que la cúpula policial desde 1987 hasta el 2000 ha sido y es de aquel Subdirector General Operativo, distinguido por quien escribe esta Historia como el que miró más lejos en la policía y consecuentemente diseñó la estrategia idónea para los grandes cambios que se han sucedido en la Policía. Por esa razón este personaje se constituye en uno de los hombres institucionales de la Policía, al que se le debe reconocer homenaje, empeño que desde estas páginas se debería considerar a efectos de constituir una plataforma para tal reconocimiento.

Concluyendo este capítulo y acorde con la norma establecida mandan en la Policía, es decir planean objetivos, diseñan estrategias, organizan las estructuras, seleccionan sus mandos, eligen el modelo de Dirección y controlan objetivos el Ministro de Interior, Secretario de Estado para la Seguridad, Director General de la Policía, Subdirector General Operativo, Comisarios Generales, Jefes Superiores y Comisarios Territoriales. Al lado de éstos figuran responsables al mismo nivel de gestión. Pero no olvidemos que esto es lo oficial, acorde con la norma, luego están los gestos y silencios ocultos del poder, situados, unos, puntualmente en las estructuras, y otros, fuera, en otras instancias, que actúan a nivel fantasmático, léase partidos políticos, agencias, fundaciones, medios de comunicación, entidades, onges, consejos, comisiones etc.

No obstante, insisto, el mando en la Policía y en el periodo que analizamos se sitúa en la Subdirección General Operativa. En este orden conociendo quien promociona a su empleo es el fantasma que se oculta, y el que realmente dirige la Policía. Desde aquí y en esta perspectiva se abre una investigación histórica interesante en el sentido de relacionar las interdependencias entre la Dirección General de la Policía y la Subdirección General Operativa y más cuando se han producido casos inexplicables de escasa/ninguna relación de antecedentes o conocimientos previos, como ocurrió entre el Director General Olivares y Miguel Angel Alonso de la Fuente; y el Director Colorado y Agustín Linares.

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