lunes, 11 de junio de 2007

OKUPAS

-OKUPAS-



“Acracia es la ciudad que buscan los Okupas”



Los antecedentes de los okupas se sitúan en el movimiento squatter, que surgió en la década de los setenta en los espacios de Holanda y Dinamarca y muy singularmente en Berlín, derivado aquél en movidas izquierdistas revolucionarias y radicales, alimentado en el pensamiento libertario, basado éste en los idearios anarquistas de Bakunin y Kropofkin.(1)



Una de las causas próximas del movimiento Okupa consiste en la actividad de las Multinacionales, que aparte de estructurar las relaciones de ajuste en la economía neoliberal vigente, vienen diseñando, aquí y ahora, las formas y tamaños de las ciudades, reorganizando las mismas en metrópolis y regiones, al objeto de concentrar en los Nortes urbanos el capital financiero, las altas tecnologías y la mano de obra muy calificada; y en los Sures, la mano de obra barata, alterando con estas decisiónes los barrios y periferias obreras, y también, los centros y cascos antiguos de las ciudades, interviniendo aquellas multinacionales en procesos de inversión especulativa en sectores económicos muy seguros, como es el caso de los solares, edificaciones y viviendas de todo tipo.



Las políticas de los Gobiernos influenciadas por las Multinacionales han elaborado estrategias, entre otras, políticas de vivienda social, con la finalidad de expulsar de las ciudades hacia la periferia urbana a colectivos que presentan/pueden presentar marginalidad crónica, con altos niveles de conflictividad, añadiéndose a estos colectivos el grupo de mayores y de ancianos, a los que se empujan a mudarse, instrumentando sobre ellos impuestos insostenibles en sus viviendas, acorde con sus pensiones, y sustituir estos colectivos por la terciarización que consiste en levantar oficinas, locales comerciales, actividades de ocio, hostelería, recreación, dominando en estos espacios funciones residenciales, comerciales, asociativas, institucionales, salpicados éstos de lugares verdes y expansivos, eliminando así, con estas estrategias, la presencia habitual de poblaciones inmigrantes, gitanos, y ancianos, y también de aquellos jóvenes que con sus tribus buscan centralidad urbana para expresarse.(2)



(1) Okupar viviendas y edificios vacíos para convertirlos en lugares de alojamiento, de trabajo, de reunión, de intercambio cultural y como espacio para realizar actividades políticas, viene del modelo squatter, desarrollado en la década de los ochenta en ciertos barrios de Berlín que alcanzó en su cénit a setenta bloques.

(2) Acorde con los parámetros de ausencia de coordinación entre locales e individuos okupas, escasa o ausente relación con partidos políticos y sindicatos obreros y también por su incapacidad para movilizar masas, el movimiento okupa no puede entenderse como un movimiento social y sí en calidad de una tribu urbana que presenta como ninguna un conjunto ambiguo y complejo de identidades, proyectando a una clase juvenil y obrera muy fragmentada, con empleos precarios, que ha fracasado, y que instrumentan la desobediencia civil para operar en las transformaciones sociales y prorrogar el estado del bienestar, tribu a la que se han sumado otros individuos y colectivos que por edad, raza o cualquier signo de identidad se les parezca, entre otros inmigrantes, trabajadores temporales y gitanos.

El movimiento okupa sería en principio una primera resistencia cultural de jóvenes a estas ciudades globales gestadas por las multinacionales neoliberales y que provocan entre los jóvenes focos de emboscados, que de continuo ponen trabas a su exclusión y marginación, llevadas a cabo por la planificación posmodernista y globalizadora.(3)



Okupa se escribe con K, letra etiquetada como antipática y antiespañola, según Don Miguel de Unamuno, a la que él denominaba la malquerida, letra aquélla de la que sólo existen en castellano treinta y cinco palabras. La K ha sido elegida entre todas las letras del abecedario por los okupas por ser su grafía una de las más violentas y a la que instrumentalizan como bandera desplegada para presentarla en las lizas de sus combates, expresando con ello un lenguaje fuera del sistema, que en un momento popularizó el movimiento insumiso y la tribu punki con el famoso grito de milikk.



Los Okupas en España aparecen en la década de los ochenta, en las ciudades de Madrid, Barcelona y Bilbao extendiéndose entre 1984 y 1985 a Zaragoza, Pamplona y Vitoria. En una segunda fase, a principios de la década de los noventa del pasado siglo el movimiento okupa español se extiende por las ciudades de Coruña, Orense, Sevilla, Granada, Valencia, Alicante, Vigo, Gran Canaria, Gijón, Burgos, Santiago de Compostela, Elche y Cáceres. Estas dos fases de expansión del movimiento okupa coinciden con periodos de crecimiento económico especulativo y crisis generalizada que afectan a la juventud en asuntos de desempleo y falta de viviendas, sumándose a esos desfavorables la reestructuración urbana en los centros históricos de las ciudades y organización de los barrios obreros, a la par que se abandonan espacios de fábricas y se hunden los polígonos industriales, lindantes a las grandes urbes, coincidiendo estas circunstancias con la peculiaridad de que la ocupación de vivienda o de locales no eran constitutivos de delito, tratándose estos comportamientos por la jurisdicción civil. Coinciden los desfavorables en que los Partidos en el Poder y en las Administraciones gestionan recursos económicos, culturales, sociales, con exclusividad para mujeres, ancianos, discapacitados, y otros colectivos, ignorando a los jóvenes, restando viviendas sociales para ellos, así como subvenciones y créditos para conseguirlas, razones por las que los okupas se unirían a otros movimientos afines, entre otros, insumisos, objetores de conciencia, lanzándose juntos en la revuelta, no sólo para ocupar viviendas y locales, sino también, en las calles, siendo tildados unos y otros, por algunos medios como hordas de desarraigados.(4)



(3) El movimiento okupa se sitúa en la tradición libertaria, exceptuando en el País Vasco que está bajo la órbita abertzale y sigue el modelo etiquetado en Berlín de 1980 y aplicando la nomenclatura de sus centros sociales a la manera de los grupos terroristas Brigadas Rojas italianos de la década de los setenta. Los okupas tienen entre otros los registros de no superar los treinta años y proceder de clase media, aunque en los últimos tiempos se observa que las edades aumentan y la procedencia deviene de clases medias bajas y bajas, incorporándose las mujeres, que constituyen sus propias okupaciones, defendiéndose éstas mediante la creación de talleres de costura, baile, animación fotografía y favoreciendo algunas veces cobijo a grupos de sindicatos de estudiantes o antifachas.

(4) En España, al tiempo que okupaban algunos punkis y otros marginales, lo hacían minorías étnicas, gitanos y también gentes de la inmigración, africanos, sudamericanos, y países del Este, a los que luego se añadirían colectivos de deshauciados por impagos, emancipados sin recursos, expulsados de oficinas y naves industriales, etc,.

En una tercera fase, entre los años 1996 y 2000 se produce un hecho excepcional que afectará al movimiento Okupa, consistente en la penalización de las ocupaciones, aumentando los desalojos y, por supuesto, el incremento de las respuestas organizadas de los okupas, a los que se sumarían intelectuales, artistas y políticos de izquierdas. Es un periodo donde se producen numerosas detenciones, juicios, manifestaciones, desalojos brutales, manifestaciones y protestas urbanas y además se penaliza y criminaliza al movimiento okupa, desplazándose algunos okupas en salto de la ciudad a los pueblos, eligiendo el norte peninsular. Es en esta situación de penalización y criminalización del movimiento okupa cuando se produce el mayor número de ocupaciones y de desalojos, repitiéndose como media la permanencia en las ocupaciones hasta un año, descendiendo los tiempos de resistencia a partir del año 2000. Los emboscamientos y focos de resistencia ganan en su lucha violenta, defendiéndose los jóvenes okupas ante los desalojos policiales, instrumentando barricadas, lanzamientos de piedras, sabotajes a bancos y empresas inmobiliarias, así como enfrentamientos cruentos con la policía, motivos éstos que empujan a muchos medios a etiquetar a los okupas como violentos radicales y vinculados a Jarrai.



Los Okupas viven permanentemente en situación de denuncia, manifestando que cuando les obligan a desalojar no viven y no duermen, paralizando todas sus actividades, no abandonando la casa por un segundo ante el temor de que la policía se lleve “lo suyo”. Los Okupas están en la idea y pretensión de exigir el derecho a disfrutar los espacios que los especuladores han venido arrebatando a los empobrecidos, discurso éste que mantienen en confrontación con la sociedad y medios de comunicación, legitimando así, en consecuencia, sus acciones de desobediencia civil. Ellos responden a su manera a la pobreza, desempleo, carencia de viviendas y especulación inmobiliaria que afecta a las clases bajas y a la juventud, por lo que desde sus espacios ocupados y conquistados realizan actividades solidarias, instrumentando decisiones asamblearias que luego gestionan en sus Centros Sociales, que son los lugares donde realizan actividades de talleres y aprendizaje, debates, contrainformaciones, teatros y proyecciones. Okupar, en consecuencia, es para estos jóvenes una forma de pensar y actuar y un modo distinto de no integración al sistema, denunciando con ello su confrontación al capitalismo rancio y a cualquier tipo de autoridad, apostando los okupas por la autogestión asamblearia, con funcionamiento autónomo respecto de cualquier institución, organización, partido político, etc,. En este orden, el movimiento okupa vendría definido esencialmente por su característica antisistema, asambleario, autogestionario, antiglobalizador, radical, anarquista, que practica la piratería urbana y rural, herederos todos del movimiento libertario, y por ende antifascistas.











En un intento de síntesis, y en un acercamiento más fino al movimiento okupa, se evidencian dos características esenciales del mismo; primero, su heterogeneidad ideológica, dentro del marco anticapitalista y antiautoritario(5); y segundo, jóvenes que se unen con otros movimientos que mantienen posturas de desobediencia civil violentas y confrontadas con la policía y también con aquellos movimientos que a través de luchas antiglobalizadoras se enfrentan con los líderes económicos del mundo, participando en esas movidas con sus monos blancos, y agitando, junto a los black block.



Los Okupas no suelen causar desperfectos en los inmuebles donde se establecen, motivados estos comportamientos a efectos de no generar actitudes de rechazo vecinal, eligiendo entre los inmuebles aquellos que sean antiguos, que estén deteriorados y tapiados, averiguando previamente la situación legal de los mismos mediante información que obtienen a través de los Registros de la Propiedad, Mercantil, o por los vecinos. En la estrategia de ocupar los inmuebles, los jóvenes okupas prefieren los edificios públicos, frente a los privados, y si éstos fueran privados que sus propietarios hayan fallecido sin herederos, o que sean extranjeros y residan fuera del país, o que la construcción tenga problemas legales. Elegido el inmueble por los okupas, hacen turnos de guardia de día/noche, situando papelitos o muestras en los resquicios de las puertas, para cerciorarse de que no han sido abiertas, comprobándose en los mismos si hay suministro de agua o de luz, y en el caso de que esas energías estén cubiertas, proceder a discutir en asamblea si van a vivir solos o crean un Centro Social para constituirse en una Okupa abierta al barrio.



Entre los jóvenes okupas se conoce y distribuye por sus Centros Sociales una guía okupa donde se orienta a los novicios las medidas que deben adoptar a efectos de lograr una vivienda, entre las que destacan: conseguir un listado de casas vacías; asegurarse si los edificios están vacíos; no romper nada, mientras, o con ocasión de ocupar; no forzar nada en la ocupación; hacerlo de noche para que no te vean y colocar lo más rápidamente cerraduras nuevas; no tropezar con la policía y si se encuentran con ella manifestar que no son ladrones y que ocupan porque no tienen donde vivir; mandar asimismo correspondencia a la vivienda que ocupen; poner un aviso de ocupación por si los propietarios tomaran decisiones respecto de ellos; y abastecerse, usando todos los artilugios de gas, luz y agua (6).





(5) La inestabilidad de los trabajos y de los ingresos van parejos con la precariedad que distingue a los okupas. Cuando la Policía desaloja a los okupas de una vivienda o Centro Social, cada cual tira por su cuenta, cargando con lo suyo, reproduciéndose, lamentablemente, un individualismo, valor éste contrario a las formulaciones de solidaridad pregonadas por las Asambleas Okupas y el pensamiento libertario



(6) La okupación puede mejorar con la ayuda de los vecinos que pueden incorporar colchones, muebles rescatados de contenedores y otros utensilios. No obstante, en la mayoría de los inmuebles okupados el escenario de las habitaciones y aposentos puede manifestarse con gatos muertos, jeringuillas desechables, condones, vehículos robados, olor a marihuana y/o cocido casero. No obstante, okupar significa realizar tareas de fontanería y electricidad derivando, a su manera y con procedimientos extraños, luz y agua a los inmuebles okupados







La ocupación de locales favorece entre los jóvenes la adquisición de habilidades referentes al mantenimiento, rehabilitación, y construcción, destacando entre ellas las relacionadas con la electricidad, albañilería, fontanería, pintura, limpieza, cocina, muebles, provocando así aprendizajes novedosos, necesarios y que se aprenden por reciprocidad, aunque existen individuos okupas que en la comuna ejercitan el escaqueo en aquellas tareas definidas como colectivas o atribuidas individualmente por la asamblea(7).



Además de estas actividades propias a la esencia de los okupas, se producen otro tipo de actividades, unas para reforzar la idea de grupo y de tribu y otras de apoyo a otros colectivos, prefiriendo los okupas a los insumisos, a los que ejercen la desobediencia civil, a los presos en lucha y a los vecinos, realizando en los centros sociales talleres donde enseñan teatro, juegos, cerámica, guitarra, danza, malabares, exposiciones, debates y a veces conciertos con birra y también ravers.

En España los okupas no se solidarizan con las formaciones políticas de derechas o de izquierdas, obteniendo sólo alianzas de algunos movimientos vecinales, situados muy a la izquierda y también de algunos intelectuales críticos y políticos muy individualizados. Esta posición de los okupas viene adoptándose después de la reforma del Código Penal de 1996, momento en el que se criminalizaron las ocupaciones, señalando algunos medios de comunicación a los okupas de punkis, drogadictos, vagos, sucios, guarros, ácratas, satánicos, y piratas urbanos, y como muestra de ello las administraciones, a nivel local empezarían a negar subvenciones a sus Centros Sociales lavándose las manos ante los desalojos que se producen después de aquella fecha (8).



La cultura okupa, a pesar de su carácter asambleario y reflexivo en el que se sustenta, no ha producido abundante y suficiente documentación teórica propia y tampoco en textos ajenos al Movimiento Okupa y ésto, muy a pesar de sus innumerables y diversa panfletaria, pintadas, debates abiertos, exposiciones temáticas en sus Centros Sociales, así como manifestaciones en sus radios libres, agencias de comunicación alternativas, periódicos, participaciones en ateneos, publicaciones conjuntas con grupos afines y pases de vídeo para movilizar a barrios. No obstante, los okupas se vinculan a Ateneos literarios, comulgando su cultura con anarquistas, antimilitaristas, ecologistas, antiracistas, antipatriarcales, feministas, gays y lesbianas, Solidaridad con Cuba, Chiapas y Palestina, emitiendo publicaciones como Golpea al Estado, Molotov, La hoja ácrata y con varios registros en Internet con páginas propias.





(7) Locales/espacios que interesan a los okupas: empresas/fábricas/naves industriales abandonadas (32%); Administración Local (17%); Administración Central (14%); Inmobiliarias (7%); Iglesia (6%)





(8) Entre las formas de protesta Okupa se hacen presente las manifestaciones (50%); concentraciones (13%); desórdenes públicos (12%); sabotajes (10%); ruedas de prensa (5%); fax y cartas a Instituciones (4%); acciones simbólicas y okupaciones temporales de Instituciones y empresas (6%); recoger firmas (2%).





En este orden, la cultura de los jóvenes okupas coincide con aquellos movimientos juveniles anticapitalistas, antiglobalizadores, artistas, artesanos, vecinos radicales, radios libres y distribuidores alternativos, proclamándose ellos, unos dos mil en España, herederos del movimiento libertario de principios del siglo XX, percibiendo ahora en el XXI su incapacidad para recibir alianzas contundentes y apoyos sociales de los grupos en el poder, señalándoles la prensa y la policía como enemigos públicos, aludidos ellos como violentos por su resistencia a la Autoridad y últimamente por aproximaciones y contactos con la juventud revolucionaria de ETA, con ocasión de la kaleborroka.

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